viernes, 2 de octubre de 2009

-Thinking-

El 2 de Octubre ¿No se olvida?

Una de las porras que gritan los universitarios -y los que no lo son pero ven el 2 de octubre como pretexto para manifestarse- dice: El 2 de Octubre no se olvida. ¿Es esto realmente cierto o no es más que un enunciado formal?

Los Universitarios que se manifestaron el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco lo hacían para protestar por un gobierno autoritario que controlaba casi todos los aspectos de la vida de los ciudadanos mexicanos. Pero también protestaban por una sociedad que se resistía al cambio y que veía en este un peligro. Las manifestaciones de Tlatelolco tenían un sentido: intentar hacer un cambio en una sociedad llena de prejuicios que intentaba a toda costa heredar a la siguiente generación sus costumbres y sus valores -reivindicaciones encaminadas a ampliar el margen de los derechos cívicos y políticos del pueblo mexicano-. El 2 de octubre debe simbolizar los esfuerzos de una juventud por hacer un cambio en su sociedad.

Decir que después del 2 de Octubre no hubo cambios en la sociedad es arriesgado. Pero decir que esa fecha fue un cambio radical en la historia de México lo es también. Obviamente nació una memoria colectiva que no permitiría que actos de represión de tal magnitud se volvieran a repetir -aunque en pequeñas magnitudes se sigan cometiendo- pero quizás ese fue el único cambio. Quienes se emocionan diciendo que el 68 abrió paso a un país democrático y libre están mintiendo o son ingenuos. Nada es más mentiroso. Los jóvenes de ese entonces, los lideres del movimiento estudiantil, los periodistas, los intelectuales, crecieron y en la mayoría esos ideales de cambio desaparecieron, se adaptaron a su nueva realidad; de reprimidos pasaron a ser represores, de intelectuales idealistas se transformaron en ideológicos, de lideres en contra del sistema pasaron a ser parte del sistema.

Los estudiantes -algunos- y porros del 2009, hoy saldrán a marchar por la Ciudad de México para "recordar" la matanza del 68. Entre muchas de sus porras gritarán: El 2 de Octubre no se olvida. Si se les pregunta gritarán injurias contra el sistema represor, se dirán anarquistas. Llevarán mantas rojo y negro, algunas imágenes burlonas. Pintaran monumentos históricos, patrimonios culturales, destruirán algunos ventanales, grafitearán bancos. Algunos, los más efusivos, soltarán lágrimas y llamarán a los muertos del 2 de octubre: compañeros, hermanos. Dirán entre lágrimas, no olvidamos tu muerte. Repetirán como enajenados las consignas con ritmo que les grita un desconocido con megáfono. Cachun cachun ra rra, cachun cachun ra rra. Goya...

El dos de octubre no se olvida. Insistirán. Pero no hace falta mucha destreza para darse cuenta que ese grito, esas consignas, esas marchas, ese enojo, esas frases plásticas y ese recuerdo casi mítico de las matanzas del dos de octubre, no son más que formalidades. Como todas las rebeldías de nuestra época, la del 2 de Octubre no es más que una cuestión formal. Los que fueron jóvenes en el 68, olvidaron la verdadera razón que llevo a esos jóvenes a perder sus vidas. La olvidaron y aceptaron convertirse en los herederos de un sistema descompuesto -social y políticamente-. Los estudiantes de ahora han olvidado el 68 y no se dedican más que a perpetuar la grotesca memoria de una utopía que lo único que hace es recordarnos que una y otra vez nos seguimos aferrando a nuestros errores.

Atl Mendarte

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