lunes, 14 de diciembre de 2009

-Mi Diario de Ideas-

Hay dos maneras de leer. Cuando se lee un libro que interesa debe hacerse de las dos maneras. La primera es la universalmente entendida, la que responde al verbo, leer y que en el diccionario se entiende como: Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados. Entonces alguien puede decir que ha leído Madame Bovary, por ejemplo, cuando lee el libro escrito por Flaubert. La segunda manera implica un esfuerzo extra, complementarío. Y es leer la obra a traves de otras obras que se han escrito a partir de la obra. En Madame Bovary por ejemplo, uno no ha leído la obra completamente si no ha leído el ensayo pasional y casi de culto que escribió el peruano Mario Vargas Llosa.
Dicen que leer es un dialogo. Yo lo creo profundamente. Y muchas veces ese dialogo sólo es posible por puentes que acercan, que dan su punto de vista, que responden dudas, dan su interpretación y muchas veces renuevan el dialogo. Así el Quijote de Cervantes no sería lo mismo sin los incontables ensayos que se han escrito en su nombre o los múltiples escritores que lo han incluido en su obra.
De la misma manera uno no termina de leer a Proust sin las reflexiones que le provoca a Blanchot. O Nietzche no es completamente entendido sin Klossowsky o Heidegger.
Dicho lo anterior puedo asegurar que estoy leyendo, sin acercarme aun a sus libros, a Bloch y a Kafka gracias a un ensayo de Milan Kundera que se llama el Arte de la Novela. En el ensayo el escritor checo se atreve a debatir sobre los nuevos objetivos de la novela. Que siempre en búsqueda de un significado para el yo. Ha pasado de la acción, a la vida interior y ahora, apunta Kundera, la novela -inaugurada está etapa por Kafka- se enfrenta a los nuevos cuestionamientos de nuestra época, el yo frente a todo el sistema que ha construido y que ya comienza a rebasarlo y a asfixiarlo, devorando cada vez más su campo de acción.
El ensayo de Kundera me ha resultado muy estimulante. Comparto con entusiasmo la estética postproustiana, no así del todo las posturas formales. Creo que la novela de nuestros tiempos sí debe profundizar en el hombre asfixiado por sus instituciones, pero lo debe hacer desde el yo interior o desde las acciones y no desde la cuestionante filosófica como lo propone Kundera.

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