
Con la tercera entrega Dirty y más contenido. Check it out.
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Leones por Corderos es una película de esas que se agradecen. No sólo por la buena factura, los actores de primera talla y la buena dirección sino también por el maravilloso guión que cuestiona no sólo a la sociedad americana sino a toda la que tenga: un gobierno ensimismado en una misión inhumana e irracional, una prensa condescendiente y una sociedad que no hace nada.
El eje principal de la película gira en torno a la crítica que Redford hace a su gobierno sobre la invasión a Afganistán y la cuestionable guerra contra el terrorismo. Tom Cruise representa al gobierno republicano obsesionado con un conflicto que ya no controlan. Haciendo uso de argumentos maniqueos y fundados en una responsabilidad que más que la justicia busca la dominación el senador Jasper Irving le presenta a Meryl Streep, una influyente periodista, la nueva estrategia militar que pretende enmendar todos los anteriores errores y dar a Estados Unidos la tan ansiada victoria.
Victoria a la que hay que llegar sin importar el precio. Victoria que según Irving representa los ideales de libertad, justicia y democracia pero que a lo largo de su discurso va mostrando otra realidad, la verdadera: una victoria que es necesaria para la permanencia del dominio hegemónico que representa Estados Unidos. Es ahí donde Carnahan y Redford dan en la verdadera motivación de la guerra contra el terrorismo: de vez en cuándo hay que demostrar quién es el poderoso. Irving lo dice: “Tenemos la responsabilidad de vencer a esos bárbaros medievales. Somos la nación más grande del mundo”. Y va más lejos cuándo dice: “cueste lo que cueste” no importa las vidas que se tengan que sacrificar. Y es que ese fue el gran problema de la política exterior de George W. Bush, se olvido del factor humano. Se olvido que detrás de esos bárbaros medievales hay una cultura. Hay personas que creen en algo y están dispuestas a morir por eso. Y eso no es todo en el presente Estados Unidos tendrá que cuestionarse la responsabilidad casi divina que se ha adjudicado de defender valores que cada día es más evidente: no representa.
Esa fue la crítica que de la película se deriva sobre la política exterior de Estados Unidos pero aun se puede ir más lejos. Leones y Corderos toca fibras sensibles, tanto que se pueden aplicar para muchas naciones, incluidas la nuestra. En su oficina en una universidad en California un profesor idealista cuestiona a uno de sus más brillantes alumnos sobre su falta de interés y la perdida de sus ideales. El alumno con argumentos muy validos refleja la pasividad de una sociedad que ya se conformo con vivir un mundo cómodo evadido de los problemas que hay a su alrededor. Viviendo una vida conformista, mediocre, pasiva y falta de ideales. Pues al fin ¿De qué sirve hacer algo si vas a quedar en el mismo lugar? pregunta el joven universitario. Al menos habrás hecho algo contesta Redford. Meryl Streep por su lado representa a una periodista veleta que como muchos inicio una carrera sustentada en ideales y que al final se convirtió en una gobernada por ganancias, raiting y conveniencias.En una parte de la película mientras Janine Rothe discute con su editor le hace una pregunta que muchos deberíamos hacernos: ¿Qué paso con tus ideales? ¿A dónde se fueron? y es que parece que los ideales en nuestra era son una enfermedad adolescente que desaparece con el tiempo. Y es que lo difícil no es tener ideales es mantenerlos vigentes, defenderlos frente a todo, hacerlos realidad y asumirlos cuesten lo que cuesten, como pasa con los dos estudiantes que se suman al ejercito americano para luchar en Irak. Sin cuestionar la validez de la guerra de Afganistán (es difícil lo sé) los dos estudiantes se suman a la batalla porque creen que tienen la responsabilidad de estar en donde se está haciendo algo. Ellos parten de que no puedes tener ideales si no los pones a prueba o si te quedas pasivo mirando desde lejos. Los dos van a la guerra aun cuando no tenían que ir, se levantan a enfrentar la muerte aun cuando podían quedarse acostados a esperarlas. No cambio nada pero al menos cumplieron con la responsabilidad que exigían sus ideales. Es ahí la diferencia.
Nací y estoy registrado en
Como muchos de los libros que he leído, Los Cachorros de Vargas Llosa, llegó a mi por coincidencia. Es mas ni siquiera recuerdo como acabo en mis manos. El punto es que un día me aventure a leerlo. Lo primero fue: El desafío. Un cuento sencillo que narra la historia de un hombre que está dispuesto a morir por cumplir los rituales de valentía que le exige su comunidad. Vargas Llosa expone de una manera cruda y dramática la sin razón de los códigos de valentía. Que son tan ilógicos como obligatorios. Después llego el momento: Los Cachorros. Un cuento que a pesar de su corto tamaño me cambio por completo. Era la primera vez que leía una narrativa tan arriesgada, tan novedosa, casi irreverente. Vargas Llosa rompía con todo lo establecido. Hablaba él y ellos al mismo tiempo. Jugaba con los puntos y las comas. Era como una poesía coral en donde todos hablaban al mismo tiempo. Es como si Lalo, Chicolo, Manchuco y Cuellár me hablaran a mi, rodeándome. Contándome cada uno a su manera una historia que podría resultar simple y hasta local. Pero que sí se leía bien, con la profundidad con la que se escribió, resultaba completamente universal. Habla de impotencia. De diferencia. De un hombre que se haya extraño, diferente a todo lo que conoce y esa diferencia lo lleva al extremo.