miércoles, 2 de septiembre de 2009

-Mi Diario de Ideas-

Última semana de agosto.

Al principio de la última semana de agosto termine de leer la primera parte de la antología en busca del Tiempo Perdido de Marcel Proust. Sin duda es uno de los libros más exigentes que he leído, se necesita mucha concentración para entenderlo y digerirlo. Es un libro grande más de 400 hojas y está dividido en tres libros, el primero Combray, que es donde Proust inicia su teoría sobre las "sensaciones" en esa famosa escena donde toma una infusión de té con madalenas y eso lo hace tener la sensación de sus momentos de infancia en la casa de su Tía en Combray. El segundo libro Un amor de Swann, es la historia del amor desenfrenado de Swann por Odette, es en está parte donde más se define el estilo estético de Proust, llena de sensaciones y una profunda exploración sobre los sentimientos que arrastran los acontecimientos, así como una fuerte necesidad por explorar lo que para él significa el arte. En octubre empezaré a leer la segunda parte de la saga de este gran escritor.

El viernes fui con Juan a ver New York en escena, una película muy rara -a Juan no le gustó- que marca el debut como director de Kauffman, la película es bastante complicada pero a mi me gustó me sentí identificado en muchas cosas, podría asegurar que Kauffman al escribirla se basó en muchos conceptos de Foucault, como el del espacio de la creación artística. Es una buena película pero hay que ir con mucha mente abierta para verla.

El sábado fue un día muy tranquilo, sólo leí y salí a cenar con Juan.

El domingo en cambio todo fue agitación, en la mañana me levante temprano para ir al ciclotón, fue todo un éxito, terminé los 35 kilómetros relativamente tranquilo, sólo las subidas me complicaban la vida, fueron como 6 -todas las de Río Churubusco- y las pedalee todas. Durante el trayecto hubo cosas chistosas, una niña muy cursi con bici rosa y canasta en donde traía por qué no: a su perra, que iba de lo más feliz, había algunas personas en patines -la verdad que condición para soportar tanto tiempo y tanta subida-, hubo también una mujer accidentada bañada en un gran charco de sangre -eso no fue chistoso-, después del ciclotón me fui a vestir y bañar a mi casa para ir a Frutos Prohibidos donde me iba a ver con Alex -a quien no veía desde hace mucho, mucho-, para llegar rápido -porque llevaba retraso- me fui en Taxi; el taxista tenía ganas de platicar y me iba contando sobre fútbol, tema que desconozco -obviamente- completamente:

Sr: Ayer hubo puro empate

Yo: Aha sí, quién empató?

Sr: Pues los cuatro.

Obviamente yo no tenía idea de quién eran: los cuatro que jugaron ayer. Después el sr me siguió explicando y yo sólo escuchaba y veía por la ventana las casonas de la Roma Norte, al llegar a Frutos, Alex ya me estaba marcando, si no es por el taxi se habría puesto de malas. Esa tarde pedí: Una ensalada Mona Lisa, un Pecado -así se llaman los sandwich- de amor que lleva alcaparras, queso de cabra y salmón, un jugo que no me acuerdo como se llamaba pero tenía un nombre cursilón, tenía mucha hambre y después de terminarme todo, seguía teniéndola. Alex y yo platicamos de muchas cosas, fue bueno volverlo a ver.

Está semana cumplo dos meses con Juan, vamos a ir a cenar a Regina -en el mismo lugar donde cene con mi hermano (art) en mi cumple- y después a Living.

Estoy leyendo: -De Lenguaje y Literatura de Foucault -Complejo, complejo, pero interesante, retoma un concepto de Blanchot que me gusta mucho y que es el de lo IMPOSIBLE y que después yo he retomado en dos de mis cuentos -de hecho uno se llama como la parte de un poema de Bataille que dice: lo imposible está gritando-

-Apología de Sócrates de Platón: Ya tenía que empezar a leer a los griegos. Me gusta la defensa de Sócrates en el juicio al que se le somete, culpado por promover un conocimiento que negaba a los dioses -Sócrates fue el primer agnóstico- también se empieza a delinear la dialéctica y la mayeutica -en el libro que leo de Foucault, aboga por la muerte de la dialéctica en la literatura-.

-El retrato de Zoe y otras mentiras de Salvador Elizondo: Elizondo fue uno de los escritores más vanguardistas del siglo pasado, preocupado por las vanguardias y el avance de la literatura mundial, Elizondo hace cuentos con un hondo calado filosófico, en dónde se cuestiona sobre problemas estéticos y de orden humano.

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