miércoles, 20 de mayo de 2009

Mi Diario de Ideas¡¡¡

Mayo 20.

A las 11 de la noche que por fin regresé a mi casa fui al Oxxo donde olvide mi libro de tragedias de Shakespeare. Es un libro de una edición que fue muy popular hace unos veinti tantos años. La edición fue una especialmente hecha para México. La intención era reunir a todos los escritores considerados clásicos. El líder de esté proyecto fue Alfonso Reyes y de hecho todos los libros de esa antología tienen una efusiva y sabía carta del escritor. Seguramente ustedes han visto alguno de los ejemplares; tienen una pasta gruesa y verde adornada con letras doradas que dice: "Los Clásicos". Cómo a las 11 y algo de la noche me metí al Oxxo y primero tome un squirt y unas papas y después le pregunte a la señorita que atendía, que no era la misma que estaba ayer, por mi libro. Lo describí puntualmente y con cierta efusividad y su reacción fue más bien apática. Me dijo lo que yo ya sabía, que ella no había estado la noche anterior y que no había visto ningún libro. En tu vida dije para mis adentros y después me entró la desesperación; pensé en todas las anotaciones que tenía en ese libro, en el tan interesante estudio preliminar de Antonio Páges y sobre todo en las palabras, desalentadoras, que ayer me había hecho mi hermano Art: "Hermano tú crees que con tanta gente entrando no iba a haber alguien que se robará tu libro?". Ya desesperado y pensando que mi libro habría desaparecido para siempre fui más efusivo y le dije a la señorita, que atendiendo algún cliché se limaba las uñas, "Es un libro de SHAKESPEARE, son sus tragedias, tiene unas anotaciones en lápiz" todo dicho en un tono que se confundía entre lo desesperado y lo efusivo que pretendía tocar el corazón literario de la señorita de las uñas limadas. Por fin se apiado de mi y busco en unos estantes que tienen debajo de la caja. En el primero nada, en el segundo ella se queda en silencio y examina con cuidado un ejemplar que efectivamente era mi hermoso libro. Me lo devuelve y yo lo reviso para verificar que no le fue arrancada ninguna hoja o borrada alguna cita. Nada. Mi libro está intacto. Con el separador en la página 424 y todas mis citas amontonadas como esperando a ser resucitadas.

Esa noche confirmé lo que publiqué hace casi un mes atrás, el 23 de abril con motivo del día mundial del libro y donde cito un fragmento de Guillermo Sheridan:

al mexicano (el 99.99 por ciento) no le gusta leer. Es más, no sólo no le gusta leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una pata.

Cuanta razón tenía Sheridan¡¡¡. Sin embargo esa noche yo agradecí la ignorancia del mexicano que permitió que una vez más Shakespeare me acompañará hasta que el sueño viniera a reclamar lo suyo.

Atl Mendarte.

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